Tomar consciencia de la impermanencia, difícil pero real. Las condiciones de este preciso momento pueden cambiar rápidamente y convertirse en algo totalmente opuesto, sin dejarnos caer en los hábitos adquiridos o adquisiciones supuestas. Yo lo he vivido. De un día para otro. Da igual, acéptalo y no te preguntes nada.
De repente todo cambia. Sientes que has perdido el control, cuando en realidad nunca lo tuviste, solo creías que lo tenías, pero no somos quiénes elegimos el guión.
Te ponen delante de tus narices un muro que por mucho que te echen una mano, eres tú solo quién va a ser capaz de derrumbarlo, pero debes creértelo. Luchando contigo.
Situaciones que a la fuerza te empujan a bajar de tu rutina. Bendita rutina la mía o quizás ya no…
Es entonces cuando ocurre algo que antes no sentías: valorar hasta el mínimo detalle de cada una de las cosas y personas. Un paseo por la calle con la cabeza levantada observando todas las cosas que suceden a tu alrededor, una tarde en el parque de debajo de mi casa con una buena amiga a la luz del sol o simplemente quedarte horas mirando a la luna.
Y es que a veces o casi siempre, suceden estas cosas con un propósito.
Algunos como Mariano Alameda dicen que cuando a uno le ocurren situaciones difíciles, en realidad somos afortunados porque se nos brinda la gran oportunidad de observarnos, sentirnos por dentro y ser felices pase lo que pase ahí fuera. La oportunidad de ser lo que tú eres, no lo que la sociedad o los de tu alrededor han provocado que seas.
Ya era hora de quitarme el antifaz. Ver por fin la luz y darme cuenta de lo verdaderamente importante en la vida y que yo me estaba perdiendo.
El propósito es descubrir mi propósito aquí. Siéntate y siente.
Un paseo con mi perro o comer despacio saboreando cada bocado. Yo no era consciente de mi día ni de lo que hacía. Solo sé que corría. Me pasaba la vida corriendo porque para mí todo lo que no era “engullir temas” era una pérdida de tiempo. Me dedicaba a convertir las horas en minutos para gastar cada uno de ellos en cosas externas. Ser mejor en lo que hacía, en ser alguien, alimentaba la impotencia, competitividad, lucha contra mí misma, ira, cansancio…el cuerpo iba hablando y yo le iba “tapando la boca” a base de cafés y lo que no eran cafés. Eso sí los ataques de risa incontrolables con mi compi nadie me los quita. Porque he ganado una hermana. Llegamos a ese punto de locura mutua que nos daba esa fuerza para seguir día tras día, a la misma hora, mismo sitio, mismo lugar. Enajenada total.
Así es ese mundo, debe ser que yo estoy hecha de otra pasta. También fui feliz. Y también cometí errores.
Fui abandonando “mi jardín”, las malas hierbas iban creciendo por doquier y las flores se fueron marchitando. Por eso ahora tengo que visitarlo y cuidarlo día a día. Porque en mi caso la mala hierba, ya me encargo yo,de que muera.
Ya nada será igual porque siempre existirá un antes y un después.
Momentos que ponen a prueba tu fortaleza mental, lucha interna y actitud. Al final hasta te sorprendes…y es que somos seres de costumbres. Somos más capaces de lo que nos creemos.
Lo mejor de todo es que te cambia la cabeza, la forma de ver la vida. Te vuelves más consciente y donde antes veías una preocupación ahora ves la oportunidad de transformación.
Información, formación y transformación. En ello estamos. Me encanta.
Es entonces cuando reflexionas sobre la eficacia de tu vida o lo que estabas haciendo con ella, cuando pierdes no sólo el miedo a la muerte sino el miedo a la vida. Tienes tantas ganas de vivir y sentirte libre de nuevo, que ya luego podrán toserme en la cara las veces que quieran que, a mí plin.
Pensar que la vida es eterna nos hace perder el tiempo con estupideces y complejidades mentales, olvidándonos de lo realmente importante, lo que nos permite amar y, no amar a uno mismo o a los demás que es muy bonito, sino AMAR PORQUE SÍ.
Es entonces cuando te vuelves mucho menos materialista y una persona más emocional, más arrojadora y valiente para perseguir tus metas. Te guías por otros parámetros, sientes esa paz dentro de tí que te envuelve para actuar de manera más humana.
El cambio de la sociedad solo podría producirse a partir del cambio individual, a través de la meditación interior en cada uno de nosotros, somos un todo. Sería la única forma de producir una revolución general, cambio que no le interesa a la sociedad consumista, capitalista, superficial y competitiva en la que vivimos.
Trabajar nuestro interior nos permite desarrollar nuevas actitudes frente a la vida, no se trata de conseguir más, sino que vivir se vuelve más como las artes marciales, o como hacer surf.
Acepta, no intentes entender, solo sé.
“Las Artes marciales no están relacionadas con la fuerza bruta para destrozar a un oponente, ni con armas letales que lleven al mundo a su destrucción. Las verdaderas Artes marciales se guían el Chi del universo, guardan la paz en el mundo y producen madurez en todo lo que hay en la naturaleza.” Morihei Ueshiba
Ya lo decía el gran maestro Bruce Lee:
“Vacía tu mente, libérate de toda forma. Como el agua. Pones agua en una botella, y se convierte en la botella. Ponla en una tetera, y se transforma en la tetera. El agua puede fluir…o puede golpear.
¡Sé agua, mi amigo!
El dolor es inevitable, aparece y desaparece; pero el sufrimiento es evitable, no lo alimentes.
Recuerda que todo es efímero.
😊💪🏽😘😘😘
A mis currus que nunca dejarán de sorprenderme. Gracias😍
Gracias a ti que no llenas con estas palabras! :*
Que NOS llenas con tus palabras 🙂