A veces no quieres ver la realidad. No te gusta. Te incomoda. Te complica la vida.

Esa que te acompaña porque sí y porque algo querrá que aprendas. Tranquilo que si no lo aprendes ahora la vida se encargará de repetírtelo una y otra vez. Es entonces cuando necesitas ese pequeño o gran empujón de otra persona que venga y te quite la venda. Que la corte, la haga añicos y no vuelva a aparecer. Porque esta venda precisamente no cura. Más bien molesta. Produce heridas. Ata. Separa. Roba. Prohíbe. Agobia.

Posiblemente no es lo que tu corazón quiera escuchar pero tu cabeza lo está pidiendo a gritos. Seguro, lo sabes de sobra pero simplemente necesites que te lo repitan otros labios, otra voz, otro tono, tu amiga, tu hermano o un conocido que creías conocer. Pero que te lo digan…

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Que te digan de una vez lo que hay. Que hay eso y no lo otro. Que aceptas o te hundes. Que luchas o te rindes. Y una mierda.

Cuesta. Quieres oírlo pero duele. Sólo el que te aprecia de verdad te lo hará saber. Y si duele es por algo, ¿no?. A la larga lo agradecerás. Agradecerás que te hayan puesto las pilas y todo se acelere para llegar lo antes posible o dejes de perder lo más valioso que tenemos,-el tiempo-, en personas o cosas que no contemplan la misma situación. Ya lo decía Buda “el problema es que nos creemos que tenemos tiempo”. Deja de fantasear. Las películas se hicieron para entretener no para vivir en ellas. Lo único que nos queda es aceptación que no resignación. No lo entiendes. No es necesario. Yo tampoco. Pero he de decir que en ocasiones hay que ponerse en el lugar de la otra persona. Todos tenemos nuestra historia, hecha de errores, decepciones, éxitos, aprendizajes…y, unas circunstancias temporales que puede que no coincidan con las tuyas y nos cueste comprender la actitud del otro. Al fin y al cabo todos tenemos una mente que controlar, un corazón al que cuidar, una dirección hacia la que remar y un ombligo al que es mejor mirar lo justo y necesario.

“El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro. -Concepción Arenal

Dejar ir es dejar llegar…

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Carol