sofa-peli-manta-palomitasTarde de lluvia, fresas y manta. No quedan días de verano, el viento se los llevó como dice la canción de Amaral. Yo que soy amante del verano, a pesar de que este no haya sido el mejor, puede que incluso el peor hasta ahora, pero sin duda será recordado como el gran aprendizaje. Estando parada he conocido a mucha más gente que sin estarlo, es curiosa la vida. Tengo claro que quedan muchos veranos por vivir y, si no fuese así, como siempre digo, hay que vivir AHORA, llueva o no llueva.

Una vez me dijeron que el verano debe ser creado dentro de ti, da igual que llueva o truene, la luz del sol debemos llevarla dentro de nosotros. Me quedé con esta frase de Albert Camus:

“En lo más crudo del invierno,  aprendí por fin que dentro de mí hay un verano invencible”

A mí esta época del año me resulta gris tirando a oscura. No es de mi agrado. Tampoco es que deje mi alegría de lado, porque de eso no dependen las estaciones. Eso depende de cada uno. Pero es verdad que las calles se vacían, vuelve el frío y toca vestirse a capas como las cebollas, las horas de luz de nuestro querido Lorenzo se apagan antes, no hay quién saque un pie de la cama por no decir un dedo y vestirte corriendo, los helados te producen calambres en los dientes, aunque mi Häagen Dazs de cookies no me lo quita ni la peor tormenta. Yo que pensaba que era una marca escandinava y resulta que la empresa fue fundada en el Bronx de Nueva York. El nombre extranjero es todo una estrategia comercial, sin embargo, en ningún país escandinavo y, mira que he estado en varios, existen los helados Häagen Dazs. Vuelven las sopitas…

En mi ciudad cuando llueve todo se ralentiza. No estamos acostumbrado. Somos de secano y cuando la lluvia nos viene por sorpresa, porque no sé qué pasa aquí pero cuando el hombre del tiempo anuncia que va a llover luego nunca llueve y acaba saliendo el sol, eso sí, si finalmente lo hace somos terribles hasta el punto de paralizar y cambiar planes por manta y peli. Suena bien en realidad.

Vale, también tiene su lado bueno como todo. Darte el gustazo de quedarte en casa en modo “sofingmanta de aquí no me sacas” y si es en buena compañía mejor que mejor. Tardes entre pelis y libros mientras escuchas llover…shhhh. Además siempre te apetece apretujarte más para estar bien calentitos. Puedes correr casi a cualquier hora del día, sin esperar a la noche. La que peor lo lleva es mi peluda, que los días como hoy se queda sin su sesión callejera porque se pone negrita perdida.

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Lo siento, me quedo con la playa, pantalones cortos/camiseta y hasta luego, el sol abrasador que llevas todo el año esperando para luego acabar quejándote, esas sesiones en las terrazas, las calles llenas de gente, los días más largos y esas noches calurosas que incitan a salir sin preocuparte de cargar con el abrigo. El invierno es para hibernar. Para los caracoles y tortugas. Y eso no mola. Lo que si mola y mucho es la nieve, deslizarte por ella, sentir como cruje y sentirte viva. Respirar aire puro. Eso sí que es renovarse. Pero esa que se disfruta unos días o semanas, porque vivir con metros de nieve y encima hacerlo arriba de una bicicleta es un tanto pesado día tras día, aunque suene divertido, que lo es, porque alguna que otra buena leche te llevas. La experiencia es única.

La suerte que aquí en Alicante llueve cuarenta días al año, si eso y, el resto de días el sol sigue acompañándonos. Yo que nací y viví en Pontevedra, aquellos maravillosos años…claro que yo era pequeña y de poco me enteré, porque allí llueve día sí día también. Pero tiene su encanto, sobre todo cuando miraba a través de la ventana de la cocina y solo se veía esa «manta» verde que lo cubría todo. Eso también da vida. Soy galleguiña y a mucha honra.

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Ahora lo que toca es bailar bajo la lluvia…